Una experiencia televisiva

Aún recuerdo ese día como algo realmente extraño, una experiencia que jamás podría definir. Me desperté pronto y como todas las mañanas salí a tirar la basura. Un respingo me despertó de golpe, “buenos días vecinito” (Los Simpson) exclamó el bonachón de enfrente. La frase me resultó familiar pero no entendía por qué hasta que llegué a los cubos, en el portal de enfrente los gritos eran ensordecedores aunque una anciana con carácter puso fin a la discusión, “¡Váyase! Señor Cuesta… ¡Váyase!” (Aquí no hay quien viva) vociferó la vecina. Fue suficiente para entender la situación.

Mayormente (Los Serrano) me contagié de la situación, la emoción no cabía en mi y me vestí rápidamente para reunirme con mis amigos. “Kitt, te necesito” (El coche fantástico) dije una vez preparado en la puerta, por lástima no hubo suerte así que tuve que ir a buscar mi coche.

En seguida llegué a Central Perk, la cafetería donde siempre paso los días con mis amigos. Y cómo no, allí estaban. Antes de hablarles preferí intentar ligar con una chica de la entrada. “¿Cómo va eso?” (Friends) pregunté y, de nuevo, la emoción cayó por su propio peso, la mujer se dio la vuelta y se marchó. Sin más retrasos e infortunios decidí contarles mi confusión a mis amigos, pero tampoco quise interrumpir su conversación:

- Cristina me ha dejado -contaba Uno- es que me siento como el Rey Midas pero al revés: Todo lo que toco lo convierto en mierda (Los Soprano).
- No te quejes –contestaba Otro- llevo tanto tiempo sin acostarme con una mujer que creo que me está volviendo a crecer la virginidad (Friends).

Mi credibilidad tenía límites, decidí no volver a equivocarme e interrumpir este momento de sinceridad contándoles mi pequeña anécdota. Antes de que abriese la boca un niño bajaba en bicicleta gritando: “¡Chanquete ha muerto!” (Verano azul). Un momento trágico para el pobre infante que se refería a su muñeco, pero las señales ya eran indudables.

- ¡Chicos! –exclamé- esto va a ser legendario (Cómo conocí a vuestra madre)
- ¿Qué dices? –respondió Uno- Como vuelvas a interrumpirnos… Lo que te decía Otro… El odio no es lo contrario al amor, sino la indiferencia (Mujeres desesperadas).

Era evidente: Algo fallaba. Demasiadas frases de serie, cambios de personalidad y conmigo no funcionaba absolutamente nada… Opté por callarme y escuchar la conversación, pero al rato apareció una molesta interrupción.

- ¡Oh! ¡Dios! ¡Mío! (Friends) –una voz chillona y ruidosa resonaba en la puerta- Si sois vosotros…
- Disimular… Disimular… -Decía Otro- Venga di algo gracioso antes de que venga…

No puedo evitar rememorar Seinfield con la siguiente frase: ¿Alguna vez fueron al baño en una fiesta, tiraron la cadena y el agua del inodoro comenzó a subir? Es el momento más aterrador en la vida de cualquier ser humano. Otro intento fallido de adaptación, las miradas extrañas y un ambiente tenso dominaban la situación. Y no entiendo por qué, jamás comprenderé cómo hice esto, pero vino sólo:

- ¿Cómo están ustedes? (Los payasos de la tele)
- Bieeeeeeeeeeen. –Respondió toda la cafetería casi al unísono.

En este momento me enfadé, las frases inteligentes y mordaces provocaban indiferencia e incluso asco. Pero… La de los payasos de la tele, la que surgió sola sin prelimitación ¿funcionó? Creía que me iba a convertir en Hulk por momentos, me levanté y di un golpe sin querer queriendo (El chavo del ocho). La camarera me miró inquisitoriamente:

- ¿He sido yoooo? (Cosas de casa).- De nuevo sucedió lo mismo, una frase estúpida que surgía de mis entrañas y, esta vez, provocó las carcajadas de todos. Decidí intentar con más palabras de ineptos televisivos:- Tranquila, que yo introduje el gotelé en España (Manos a la obra).

¡Otra vez! ¡No funcionó! La única solución era empezar a decir frases de series sin ningún sentido y esperar que alguna cuele:

- Todos me miráis así y sé lo que pensáis: Claaaaro… Cómo el Luisma es tonto (Aida). ¡Multiplícate por cero! (Los Simpson). Que sabemos que todo el mundo miente (House) y si rompo la pared y digo que yo no he sido (Los Simpson) puede que sea cierto, como dijo Grissom: Las personas a veces mienten, las evidencias dicen la verdad… Así que intentemos poner un poquito de por favor (Aquí no hay quien viva) y busquemos al auténtico culpable… Mirar: ¡Oh Dios mío! ¡Han matado a Kenny! ¡Hijos de puta! (South Park)

Lo sé, mis frases no tuvieron mucho sentido. Por eso me ahorraré el desenlace, sólo diré que escribo desde el manicomio. Demasiada televisión puede afectar al cerebro, o eso me dijeron los médicos... Yo sigo creyendo que la verdad está ahí fuera (Expediente X).

¡Patapum! ¡Psh!

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